"Mis memorias" por el duque de Roca Negras

Son reales, absolutamente reales estas memorias del duque de Roca Negras. Data el libro de 1924, y se imprimieron 8000 ejemplares. Los errores de escritura, son del original.

octubre 24, 2005

V


Mis curbilineas – la joya nacarada de mi ombligo – mis pies de loto y otros descubrimientos

Yo soy la excepción en el mundo. Gracias la providencia. Muchos ingenieros amigos míos se han quedado boquiabiertos ante la perfección curbilineal de mis pedazos. Nunca habían visto cosa igual, mi linea matemática, desde la uña del dedo gordo, hasta el pelo más rebelde de mi organo capilar. Ni el puente de Brooklyn, ni las pirámides de Egipto que entre paréntesis, no son más piramidales que yo. Ni la torre Eiffel, ni los viaductos portentosos de la china de Sparafucile, ni los bailes de Alejandro Magno, ni la maravillosa tumusa, de Jerges, aquel que se tomó el Río Madrás. Ni los desgraciados gorgoritos de la pobre Lucía, ni la espada de Edgardo, ni la mirada aeroplánica de Abelardo, ni el andar zandunguero de Romeo. Ni la cabeza de Menduza, ni las delicias de la Roca Tarpeya – tienen la linea, el cachet, el donaire, el "savoir vivre" el "saboir fear" de este despampanante y modesto Vito Modesto Frankly, decimo cuarto nono. Duque de Rocanegras, Principe de Austracia… Sólo he visto un mortal, que tenga un rostro, casi como el mío, Cayus Tiberio Cesar Emperador Romano y profesor de baile, pero que va, en lo de más me lo llevo como dicen de pecho, pues no tenía un metro ochenta de estatura. Ni roba corazón, ese rizo coquetón, que cae oblicuamente sobre mi casta frente, no lo tuvo Tiberio, porque al pobre, se le fue cayendo el pelo y apenas si alguna mechita avanzaba en su frente, además no tenía un metro ochenta.
La Joya nacarada de mi ombligo, esa maravilla nona, que el universo entero ha consagrado, como la obra más perfecta, que tiene cuerpo alguno, es uno de los dones de la naturaleza que más orgullo caúsame, mi ombligo sin raiz – non omblicus raíz – es como una dormida laguna llena toda de sinuosidades, pliegues y repliegues y virgen de raíz, pudiendo decirse de mi ombligo – que es una isla de porcelana, enclavada en el mar de mi barriga.
Y el regazo de Venus, que poseo, como una marca de fábrica en mi parte posterior, un poco más debajo de la espalda, declarado el autentico, por un grupo de ingenieros, el día en que me carearon con mi ascendente Venus. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!, esa consigna de mis antepasados, es lo más diureticamente nubil que existe en este mísero valle de lágrimas, y pensar ¡oh! envidia humana ¡oh! humana envidia, que ésta parte de mi cuerpo fue una vez calumniada, calumnia, calumnia y calumnia, no fue una pedrada que me dieron cuando pequeño, sino los aunténticos hoyuelos de Afrodita. El regazo de Venus ¡ah! Regazo, regazorum, regazus, Ave, Ave, aventaré la calumnia más allá de la frontera de la línea.
Entre los continuos descubrimientos, que hago diariamente de muchas cosas perfectas de mi cuerpo, el que ultimamente me ha regocijado más es el de que: mi labio superior carece de canal, esa diminuta carretera que conduce a la nariz. Si. Mi labio superior es completamente alicaido, arrecido, y, hace de mi boca, un gracioso y delicado antipasto.

octubre 08, 2005

IV


Apoteosis – Me veo y no me miro – Frases, modas y otras cosas creadas por mi.

Era la hora de la apoteosis. En mi teatro Olimpia organizáronme una función de honor en la que a exigencia de miles de mis admiradores, prometí que hablaría, para que, así mi verbo incomparable floreciera, llenando los oídos del auditorio de imensas cataratas de sonidos armoniosos y sus antífrasis. Iba vestido a la uzansa caballeresca al subirme sobre el escenario para decir mi verbo, la concurrencia se desbordó en exclamaciones, producidas por la abracadabrante fascinación de mi presencia, después el público quedóse extático, embargado en la contemplación de aquel portento nunca visto que era mi cuerpo. Y fue entonces, cuando les saqué de esa su gran admiración, con mi célebre frase orgullo de gramáticos y retóricos, comentada después por mis admiradores, frase que se la regalé, con mi proverbial generosidad, al idioma español. He aquí la frase asombrosa: Me veo y no me miro. Sí, sí, sí, me veo con los ojos del alma, y no me miro, porque esa noche, no tenía delante de mí ningún espejo en que mirarme, he aquí la profundidad de la frase adunando al metamorfosear, lo espiritual con la materia, - yo aduno siempre -. No debe confundirse, aduno con ayuno. Ayunar es tener el pesebre alto, adunar es juntar; sin amalgamar, excepciones de las palabras terminadas en ar, como universar. Sar – y viceversa de las terminadas en "al" como oratesal, zal, etc. etc. etc.
Las frases y sus modas inventadas por mí, son tantas, que ellas solas podrían formar un diccionario de faltriquera. Yo inventén la moda eucalística de usar en los sombreros cintas multicolores, porque yo soy un multicolor, adoro las tonalidades y por eso, trabajo todos los días en combinaciones distintas, un día la morada-arzobispo, amalgamando los colores de modo que hagan perfecto pondant; otro la azul mar adentro, otro, la amarilla triste, otro la verde ruborora y alegre, otra la Roja escarlata, otro la obscura, seria y pensativa. Hay que saber combinar los colores, los tonos y los semitonos, de ahí mi abrumadora superioridad sobre Andrés Fouquiers, el cual apenas podría ser, por mi benevolencia, como un minúsculo destello de mi elegancia rectilinea y paralelepípeda, en la más amplia acepción del rectángulo. Yo inventé también la moda del coqueteo lentistico. Agárrase los lentes con la mano derecha, sepáranse como media vara del caballete de la nariz, y diríjanse lo ojos en estudiada pose, sobre la persona que se quiera abrumar con elegancia, teniendo cuidado de que la vista vaya horizontalmente del sentido inverso de los lentes. A mi genialidad se debe también el bostezo mudo o discreto, el cual lo ejecuto, como por obra de magia, sin que ninguno de los admiradores que me rodean, puede saber qué estoy haciendo, y si alguno poseyendo la cuarta dimensión, se percata de ello, ah! entonces se subyuga de tal modo, que me incita con pequeños carcajeos de gozo a que se repita el mundo y discreto bostezo, lo que hago con mucho gusto, porqué han de saber mis lectores que el bostezo me obedece a mi, yo lo domino, y lo hago tan bien y tan gracioso, que me lo hacen repetir tantas veces, que la gente se contagia, de ahí, que donde quiera que yo estoy, está el bostezo conmigo, habiendo habido reunión en que se ha conjugado enterito el verbo: "Yo bostezo", tu botezas, nosotros botezamos, todos botezan, etc.
Otro de mi maravillas es el estornudo para adentro, silencioso, o sin acustica –esto lo ejecuto con la boca cerrada, sin que se mueva lo más mínimo la caja bucal.
El uso de la getas, los cuellos triangulares, algunas formas de paltó levita y camaritos y ¡oh! la maravilla más grande: el sube y baja de las escaleras, acto de elegancia, que ejecuto yo con un arte plástico asombroso, sin tenerle miedo, a fuer de noble, al inmenso peligro a que se expone quien éste acto ejecute, toda vez que al subir y bajar la escaleras sin posar la vista sobre los escalones, tiene el grave riesgo de un fortuito y desgraciado resbalamiento, al final del que, puede quedarle estereotipado en el rostro ¡oh! que horror: un chichón antilineal.
Estas son pues las maravillas que salen de mi claro cerebro, maravillas que divulgo, porque lejos de mi el egoismo, quiero que todo el mundo al imitarme trate de perfeccionar su linea y que el vitoquismo o Rocanegrismo, o Austracismo, llegue a todos aquellos que quieran perfeccionar la linea.

octubre 03, 2005

III


El Espatamento. La unánime vociferación de las multitudes ante mi blleza apolínea.

Vuelto al mundo y residenciado en Caracas, aún la paz embarazaba mi espíritu y aunque me mantenía retirado del fastuo, siempre recibía homenajes mi belleza. Mis trajes influenciaron poderosamente a los elegantes caraqueños, y se imposuo la moda que llamaron "Vitoquismo" a tal punto, que en las carnestolendas del año gracioso de 1920, fue necesario que un grupo de amigos, tratando de imitarme, sacáronme, durante las fiestas de Momo, en un rico Landeux, para así, darle con mi presencia lustre y linea a la comparsa. Fue el delirio. Las multitudes bramaban a mi paso. La celebridad fue en pos de mí como sumiso corderillo. Los homenajes femeninos me alagaron, y entonces comprendí que tenía que vivir para el mundo, que era necesario que mi linea resplandeciera como un asteroide sobre el humano linaje: yo soy luz y faro de los elegantes, yo soy, ¡ay! Yo no sé lo que soy de tanto que soy.
Mis títulos se imponían y a pesar de mi proverbial modestia, los dí a la luz pública, para identificarme con mis ilustres ascendientes: Pelayo, Rodrigo, Atanagilda, Don Hernán Tijifredo, Sigisberta, Bruneguilda, Chilperico, Clotario, Dagoberto, los Merovingios, los Carlovingios, los godos, los visigodos, los ostrogodos, los nogodos y lo sigodos: reyes de Francia, Austracia, Neustracia, Lutecia, Fenecia, Eusia y Sinogeusia.
Me firmaba Vito Modesto Franklin, ahora soy ex – Vito que quiere decir que fui Vito y que soy su excelencia El Duque de Rocanegras y Príncipe de Austracia. He aquí mis títulos, entérense:
"F. Padrón, Alcalde, certifica que la copia que sigue es traslado fiel de su original. Nos, Fernando VII, Rey per gracian Dei, a ti, Felipa Montes, vecina de la Guaira, causa – habiente de Henán Tigífredo, Duque de Rocanegras, en vista del expediente que se devuelve a su destino y en el cual está comprobada adicionalmente al anterior expediente que tiene derecho a disponer y hacer uso como a bien tenga en los bienes y título de Henán Tigifredo, Duque de Rocanegras, tal como la casa ubicada en Calabozo y el hato Pilar y el indicado título y demás que usará ella y sus herederos libres de gastos por sus méritos. Así firmo este expediente en Madrid, año 1821. Yo, El Rey." – A veintitrés días de Octubre de 1837 firmo esta copía en Petare, El Alcalde. – F. Padrón.
Juzgado del Distrito Sucre. – Petare, 16 de Octubre de 1922. – 113º y 64º. – El juez que suscribe, Certifica: que el presente documento es el que se refiere al informe presentado por los expertos calígrafos Ricardo Gondelles R. Y José Adolfo Gorico, que autenticado por ante el juzgado del Departamento Libertador del Distrito Federal Juez, Dr. Enrique Arévalo; secretario, A Villanueva Mata, y que se encuentra al folio 5 y 6 de este expediente del cual aparece que la firma que autoriza el documento y que dice: F. Padrón, es auténtica .- El Juez – J. M. Soto. – Secretario, Guillermo Irribarens.
Yo, Felipa Montes, viuda de Joaquín Montes, hago constar mi última voluntad: La Hacienda "La Trinidad" y los bienes muebles, y títulos de nobleza que el Registrador inventará al pie de esto, son para mi hija Eduvigis Montes y en su defecto para la persona que la herede y sea mayor superviviente. Nos, Fernando VII, Rey por la gracia de Dios, y a ti, Joaquín Montes, actualmente en Venezuela, comprobado como está en el expediente que se devuelve a su destino, que posee legítimamente los títulos nobiliarios como los Ducados de Cantabria, de Alava, el condado de los Espartarios, el principado de Austrasia, en virtud de heredero o causahabiente de Bruneguilda hija de Atanagildo, Rey de Austracia y consanguínio con Dn. Fabila, ascendiente del Rey Dn. Pelayo. Y por sus méritos personales y el dinero aportado en beneficio de nuestra causa y buen compañero del General Morrillo, él o sus herederos los usarán libres de todos gastos; así firmo este expediente que se remite, Madrid, 1820. Yo, el Rey. A los veinte días de Noviembre, año 1860. Yo, Felipa Montes firmo esto en Caucagua, 26 de Noviembre de 1860. El anterior documento me ha sido presentado por su otorgante para su registro ante mí y estos testigos y vecinos que firman: Manuel Pacheco, Juan Ignacio Díaz, Gregorio Pereza, Idelfenso Sanchez, y ha quedado registrado al folio dos. El Registrados, H. Castillo, Felipa Montes.
Fray Feliciano Alonso de la orden de Agustinos Recoletos, Cura y Vicario actual de la parroquia de San Pedro Apóstol, de la Guaira certifico: que en el libro décimo noveno de Bautismos del Archivo de mi cargo, al folio cuatrocientos noventa y cinco, se halla una partida de tenor siguiente:
"En la Iglesia parroquial del Apóstol San Pedro de la Guaira, yo el Cura y Vicario de ella bauticé solemnemente según el ritual Romano a un niño y le puse Víctor Modesto hijo legítimo de Benito Franklin y Eduvigis Montes de Franklin, Fueron sus padrinos Roberto Castro y Leonarda Morante, y así lo certifico.- Miguel Antonio Baralt.- Es copia exacta del original.- Fray Feliciano Alonso. Expedido en la Guaira a los diez días de Abril de mil novecientos veintitrés."

Verdad lector, que son mis títulos, la excepción, gracias a la prudencia. Si, mis títulos, como queda comprobado, son lo más añejos del mundo, vienen en linea directa de los ostrogodos y visigodos. ¡Oh, la maravilla de mis auténticos pergaminos!, y he aquí lo más grande: Que examinando la pureza de mis hechos, desde muy temprana edad hasta la fecha, he confirmado de esa manera, la perfecta identificación de la nobleza de mis actos con la nobleza de mis títulos y ascendientes añejos.

septiembre 30, 2005

II


El Río Revelador – El fuego del misticismo.

Por sobre de los árboles el cielo, debajo de los árboles, el río, - La Toma – y yo, tal era el paisaje.
Me encantaba en las horas calurosas, sentir el cosquilleo refrescante de las aguas y me sumergía en ellas, como mitológica náyade – porque yo se nadar -. Luego divertíame como los demás rapaces, zapitoliponeando, juego en el que destacábame por sobre los demás. Un día, fatigado, mientras descansaba sobre una piedra que a manera de isla encontrábase en medio del riachuelo, me alarmé grandemente al contemplar en el fondo del agua la figura de Narciso que ya había conocido en una estampa vieja. Cual no sería mi asombro, al darme cuenta que aquel cuerpo perfecto, era mi cuerpo mismo reflejado en las aguas. El secreto del río tubóme de tal manera, que no sabía si llorar o reir. Por mi mente desfilaron bellos y majestuosos mis antepasados: Jove, Venús, Neptuno, Soroastro, Nabucodonosor, Sardanápolo, Fausto, Aída, Amnéris y la pobre Lucía. Fuíme a casa absorto. Fue entonces cuando aprecié el valor de las palabras de la vieja hechicera y me deslumbró grandemente mi destino. Pero ya el fuego del misticismo apoderábase de mí, y apesar de la lucha entablada, entre el brillo del mundo y la soledad del templo, la Fé arraigada fuertemente en mi corazón, esa fé que no me ha abandonado nunca, y a la cual le debo mi virtud y todo lo que soy, triunfó en ese combate, y me entregué al señor - ¡ay! sólo por una etapa de mi vida - Luego me convencí que mi misión era otra, y volví al mundo.

septiembre 29, 2005

I

Mi nacimiento – Peninos y Niñez – De cómo una hechicera, descubrió en mi la azul hemoglobina y prefetizó mi brillante destino.

Fue en la Guayra, a las orillas del mar caribe, donde la naturaleza presenció, llena de júbilo, mi advenimiento al mundo. Contábame mi madre (Q.E.P.D) de cómo el cielo, ese día feliz para ella se cubrió de nubarrones, que no tardaron en transformarse en horrenda tempestad. A la Divina Providencia plúgole que yo viera la luz de la misma manera que mi ascendiente la divina Venus.
Andando los meses, ya comenzado a peninear los sencillos campesinos quedábanse absortos contemplando mi tierna belleza sin par, tal así que muchos no pudieron contenerse cuando, durante la ceremonia del bautismo en el grave Templo, apareció mi cuerpecito, rosado como un "cundiamor" avileño, y rompieron a coro, presos de una admiración caso delirante. ¡Ay que lindo! - ¡que lindo! - ¡que lindo! -. Límpidas palabras que andando el tiempo metomorfosearónse en un cuplet popular que llegó a poseer el alma del poblacho. Hélo aquí:

En la pila bautismal
El padrino y la madrina
Cargaron la figulina
Que parecía de cristal
Y el cura quedose – "absortum"
Delante belleza tal
Y exclamó: "Pero qué abortum"
Y luego le hechó sal.

Estribillo
Ay que lindo, lindorum, lindiga
Es Vítico, Vitorum, Vitinga
Etc. Etc. Etc.

Cómo verán mis lectores, desde esa mi temprana edad, comenzó la fama a acariciar mi nombre. Más tarde, terminado el peinaje, refrescábame un día, cabe la sombras de un cocal distante de mi casa, cuando un coco envidioso y agresivo, desprendiéndose, con tan mala suerte para mí que tras reblandecerme la mollera, téndiome inanimado cual listón de pechipen. Horas después, volví a darme cuenta que vivía, en una choza habitada por extraña mujer. En su traje, los desteñidos colores y la mugre, parecían jugar un gárgaro malojo.
Intensa emoción me causaron sus largas uñas negras, recordándome al punto los nocturnos de Silva "era una sola sombra larga" – y los brujísticos cuentos de Calleja – Aquella mujer estaba fija, extática, en mi diminuto ombligo. De pronto exclamó - ¡Oh, Dante! Tú lo dijiste… - Y volviéndose hacia mí continuó – no tienes, es que no tienes, no, no, no la tienes.
-¿Qué? – interrogué espantado y tembloroso.
-La raíz, hijo mío. La raíz del ombligo – contéstome. I luego prosiguió.
- "Non ombilicus ráiz" – Quedóse pensativa y agregó : - Tú ascendiente fué Venus. - Tienes el sello venusino: "Omblicus marcatus magestuosum designus". – El mar caribense no es más azul que tu sangre. El ala del cuervo no es menos negra que tu pelo y menos idem que tus ojos. La espuma de la mar, ¡ay! De la mar que está serena cuando cantan las sirenas, no es más blanca que tu piel; la suavidad de tu carne supera la suavidad del pelo del camello, ¡ay! Que carnes tan lindas, tan lindas. Tú triunfarás en las Carnestolendas. Y con esa profecía, terminando de hablar desapareció masticando un conjuro, del que recuerdo vagamente estas palabras:
Abra… abra… abracadabra… Salsipue… salsipue… Quebaka… Quevák.